lunes, 2 de mayo de 2011

Palabra de duda vs. Palabra de Dios


El problema de muchas personas ha sido la duda. En el libro de San Marcos 5:21,22 está escrito: “Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar. Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies.”
Aunque Jairo fuese un hombre religioso, llegó a la conclusión de que, ni su religión o la posición que tenía como uno de los principales de la sinagoga, le podría conceder el milagro que necesitaba. Dejando su creencia y su filosofía, Jairo fue al encuentro del Señor Jesús a buscar la solución de su problema. Él no dejó que su religión impidiera el milagro en su vida, como muchos lo hacen.
¿Cuántas son las personas que dicen: “yo nací en tal religión y así me voy a morir”, y por causa del orgullo, no buscan a Jesús, el Único que puede cambiar la situación, y continúan con el problema? Sin contar aquellas que dicen: “¿qué van a pensar de mí si voy a la iglesia? Me van a llamar de loco, de fanático.” Y, por lo que van a pensar los demás o por culpa de la religión, permanecen sufriendo. Jesús no es una religión. Nuestro objetivo no es sacar a nadie de su religión. Nuestro objetivo es mostrar a un Dios que funciona, un Dios vivo, que puede cambiar la vida de todos aquellos que Lo buscan.
Jairo dejó su “religión” de lado y fue hasta Jesús porque quería la solución de su problema. La Biblia dice así: “y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.” (Marcos 5:23). Había en el corazón de Jairo una certeza que el Señor Jesús podría impedir que lo malo aconteciera. La niña estaba por morir y su fe fue mayor que la muerte.
“ Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?” (Marcos 5:35). En otras palabras, vino un incrédulo y dijo: “Jairo, tu hija ya murió, ya no hay nada que hacer, Jesús no puede más traer la vida de tu hija de regreso.” Es necesario tener mucho cuidado con lo que se escucha, porque el éxito, en todos los sentidos, depende de la palabra que se escucha, la cual puede llevar a grandes conquistas o grandes fracasos.
Cuantas veces estamos llenos de fe y de certeza, y alguien nos dice una palabra negativa. Por causa de esa palabra, disminuimos el ritmo de tal forma, que llegamos a estar estáticos. La fe ya no funciona, nos enfriamos, y aun siendo religiosos, todo continúa saliendo mal. Por causa de una palabra.
Filtre las palabras que escucha. Aunque salgan de una persona de Dios. A veces, en aquel momento, la persona no está en la misma fe que usted.
Jesús no hizo caso a las palabras de aquel incrédulo, y nosotros debemos hacer lo mismo. La palabra que debemos hacer caso es la de Dios. Jairo escuchó al incrédulo, pero entró por un oído y salió por el otro. Tal vez usted se pregunte: “hago todo bien, voy a la iglesia, he permanecido en la presencia de Dios, pero mi vida no cambia. ¿Cuál es el problema?”.
La duda es el problema. A veces dudamos de la Palabra de Dios y hacemos caso a la de los incrédulos. Jesús le dijo a Jairo: “No temas, cree solamente.” (Marcos 5:36), y él mantuvo la fe en aquella promesa. La Palabra de Dios llegó a su corazón y él creyó. En ningún momento dudó. Eso es lo que tenemos que hacer, pues el milagro depende de esa actitud.
“ Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña.” (Marcos 5:40). En aquel ambiente solo podían entrar los de la fe. “Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate.” (Marcos 5:41). Y la niña que estaba muerta revivió.

Mantenga esa creencia en su corazón, aunque lo que usted escuche sea contrario a su fe. Continúe creyendo. ¡Ciertamente usted vencerá!.

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