No rendirle cuentas a nadie es no tener a nadie por encima. Ese es el camino hacia muchos desastres.
Considere el matrimonio, por ejemplo.
Si mi matrimonio con Cristiane está cumpliendo 20 años el mes que viene, es por una razón principal: Nosotros tememos y respondemos a Dios.
No se equivoque, mi esposa es una persona maravillosa. Y pienso que, tampoco yo son tan malo
… Pero la verdad es que no importa cuán buenas sean las personas, en un matrimonio siempre habrán momentos de discordia.A ella le gusta salir, a mí, quedarme en casa. A ella le gustan los detalles, yo voy directo al fondo del asunto. Ella quiere ver comedias románticas y yo quiero documentales. Y así va.
Esos ejemplos son un tanto triviales, pero imagine la misma situación en casos más serios. Ya hubo grandes explosiones y muchos choques de egos.. ¿Y ahí quién decide quién está en lo correcto, si los dos lo creen así?
Por eso digo que, a lo largo de estos 20 años, si ella y yo no tuviéramos la misma fe de dejar que Dios sea el juez entre nosotros, de procurar seguir Sus consejos para un matrimonio feliz, entonces ya no estaríamos aquí para contar esta historia.
La inteligencia espiritual nos enseña que el ser humano se porta mejor cuando tiene que responder ante alguien. Claro que eso va contra nuestros deseos egoístas, pues quien es de carne y hueso quiere libertad (si es posible, sin responsabilidad). Por eso muchos matrimonios se terminan, jóvenes destruyen sus vidas, hombres en el poder se corrompen, y el mundo empeora con cada conquista de “libertad” que se logra.
Si usted no le rinde cuentas a nadie, llegará el día en el que no va a poder pagar la cuenta solo…
“¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él”, (Proverbios 26:12).
Bp Renato Cardoso
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