jueves, 22 de septiembre de 2011

¡¡¡Es para ya!!!

¿Quién dijo que sus pecados le impiden llegar hasta Dios?
¡Mentira!
Si fuera a así, ¿quién llegaría hasta Él para ser salvo?
Al contrario. Él vino a salvar al perdido y dar vida a los abatidos de espíritu.
Él vino justamente para usted, ¡de la misma forma en la que vino para mí!
Mientras escribo estas líneas, mi espíritu se alegra en la certeza de que, en el exacto momento en que usted las lee, el Espíritu de Dios estará tocándole de la misma forma en la que toca en mí ahora.
¡Aleluya!
“Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.” Isaías 57:15.
¡Oh! ¡Qué maravilla de promesa!
No es promesa humana.
¡Sino de Dios!
Sus palabras cargan en sí Su carácter, Su Divinidad, Su Poder, Su Autoridad, en fin, su Auto Existencia.
Por lo tanto, él no puede mentir, engañar ni demorar el cumplimiento de Su promesa, por su situación desesperante.
¡Es para ya!
Usted no está solo, ni abandonado a su propia suerte.
El Espíritu Santo no sólo confirma estas palabras, sino que libera su ser de cualquier influencia maligna.
Sea libre. Levántese y expulse este espíritu de postración, porque el Altísimo escuchó su clamor.
Determine estar con nosotros este domingo, en cualquier Cenáculo del Espíritu Santo.
¡En la oportunidad, estaremos en una sola fe, en un sólo clamor, en Un sólo Espíritu delante de Un solo Dios!
¡Yo lo/a bendigo en Nombre del Señor Jesucristo!

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