Si la persona es indefinida en las cosas materiales, cuánto más en relación a las cosas espirituales.
Si la persona es indefinida en la elección de las cosas visibles, cuánto más en relación a las cosas invisibles. Por eso, la fe de esa gente no funciona.
Pero la persona definida es guiada por el Guía de Dios, el Espíritu Santo. Quien tiene Ese Guía jamás se pierde, se distrae o se desvía del camino determinado.
No hay quien pueda detener sus pasos. No se deja llevar por los consejos de los falsos amigos, porque sabe dónde quiere llegar.
Sus pensamientos están afirmados en los pensamientos de Dios.
Su fe está tan afirmada en las Promesas proferidas por la boca del Dios de Abraham que ni se preocupa en esperar por favores de terceros.
En ella no hay miedo, recelo o ansiedad.
Sabe que Su Guía no falla ni revoca Su Promesa.
Nadie tiene placer en ser indefinido o quedar encima del muro. La inseguridad del indefinido se da a causa de sus sentimientos. Y estos están latentes porque son excesivamente atentos a la voz del corazón.
Por naturaleza, es una persona apasionada por las artes. Música, teatro, cine, redes sociales y revistas de moda y chismes han sido el alimento que sustenta los caprichos del corazón.
Cuando participa de iglesias, evangélicas o no, disfruta de los cánticos devocionales de manera intensa. Llora, hace votos y juramentos de amor al Señor, y hasta sale aliviada de allí. Pero, allá afuera, ante sus problemas y dilemas, se queda sin salida.
¿Por qué?
Porque asocia la fe con los sentimientos, con las emociones.
Ahora, ¿qué soldado va a guerra con un instrumento musical? ¡Él va allá para matar o morir!
Y la mayor guerra es por la salvación del alma. Y eso depende de la fe viva, definida y eficaz.
Alguna vez te has preguntado. ¿Porqué algunas personas vencen en la vida, mientras que otras van de fracaso en fracaso?
La vida es el reflejo de los actos de cada individuo, fundamentalmente cada uno ha hecho lo que ha querido.
Sin embargo, amargarse con los propios fracasos y cargárselos a otros es común. Es necesario dejar de ser víctima de las adversidades, porque cada ano es su propio destino.
Nunca es tarde para aceptar el reto de edificarte a ti mismo y tener el valor de empezar corrigiéndote. El triunfo surge de las actitudes, tomando como experiencias los propios errores.
No olvides que la causa de tu presente es tu pasado, así como la causa de tu futuro será tu presente.
Aprende de los audaces, de los fuertes, de quienes no acepta situaciones adversas y toman actitudes para cambiarlas, de quienes vivirán a pesar de todo.
Aprende a usar tu fe, a levantarte y a ser más grande que el más grande de los obstáculos.
Nunca esperes en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los fracasados.
Recuerda que Dios nos ha dado libre albedrío para decidir como queremos vivir cada día y en el futuro.