Existe quien valora más a sus hijos, padres, marido, mujer, novio o novia que al Señor Jesús;
Existe quien precia más su nombre, su reputación, su carrera, su posición social, sus bienes materiales que al Señor;
Existe quien se ocupa más de su casa, su auto, sus joyas, ropa y zapatos que de su fe cristiana;
Existe quien adore más a su propia vida que al Creador;
Existe quien invierte más en su propia gloria que en la gloria de Dios;
Existe quien respeta y teme más al diablo que a Dios;
Existe quien defiende más a su religión que a su fe;
Finalmente, existe quien cela más su propio cuerpo perecedero que su alma.
Por eso, el Señor Jesús les dice:
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