sábado, 13 de agosto de 2011

La sal de Dios – I

 “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente…”. (Salmos 91:1)
Muchas veces se cuestiona sobre por qué no ve el poder de Dios en su vida y principalmente porque usted cree en Él, se considera una buena persona y lee la Palabra de Dios… La respuesta a esta duda está aquí en este pasaje bíblico. ¿Usted cree que Dios puede mostrar todo su poder a todos? ¡No! Dios es “limitado”, y es su fe en acción que limita la intervención de Dios en su propia vida. Para Dios hacer lo imposible, usted lo tiene que permitir y Él sólo lo hará en el momento que se entregue y use su fe, por eso Dios dice: “el que habita”, es decir, el que asume su fe y no retrocede, permanece firme en el abrigo, en el refugio del Altísimo y no aquél que cree, que pide.
 “Diré yo al Señor: «Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré»”. (Salmos 91:2)
El Castillo es una fortaleza invencible, Dios es para usted su fortaleza. Y cuando Él lo protege, nadie le podrá oprimir o hacerle mal. Dios es el único en quien debe confiar y por eso  no puede aceptar los pensamientos negativos, o mucho menos dejar que las emociones le obstaculicen o desvíen su fe. Debe evitar que los problemas y dificultades vengan a abatirle, permanezca  firme y confiando en su Dios!
Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora”. (Salmos 91:3)
El cazador coloca la comida en la jaula para que, en el momento en que el pájaro llegue para comer, se quede preso. Dios le pide que no busque facilidades y que no acceda a las emociones que comprometan  su salvación, su matrimonio, su salud y su reputación  porque todo lo que se conquista con facilidad, también se pierde rápido, pero lo que se conquista con sacrificio, nunca le será quitado, pues esto será dado por Dios.
Él le libra de los problemas normales, comunes y diarios, como también de los problemas mortales, enfermedades, catástrofes e injusticias. Pero esto sucede sólo en la vida de los que habitan en el abrigo, en el refugio y hacen del Señor su sombra, su morada, estos sí, pueden descansar. Solamente estas personas pueden recibir el Espíritu Santo y después disfrutar de estos beneficios, porque Él habitará en ella. No es suficiente venir a la iglesia, es necesario habitar en el abrigo del Altísimo.
Ayune y ore con nosotros. Tengo la seguridad que después de esto, ¡el Espíritu Santo le llenará! Y  como de esto consecuencia, podrá habitar en el Abrigo del Altísimo, descansar a la sombra del Omnipotente y podrá decir: “esperanza mía y castillo mío”, Dios mío, en quien confío”, pues Él le librará del lazo del cazador y de la peste perniciosa.
Continuará…

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