viernes, 11 de noviembre de 2011

Monte Santo

“Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.
A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector.”, (Ezequiel 28:14-16).
Cuando hablamos de sacrificio, hablamos de vida total y completa en el altar.
Cuando hablamos de altar, hablamos de monte, y cuando hablamos de monte, hablamos de conquistas materiales, físicas, sentimentales, familiares y, sobre todo, de un único lugar en que la persona, sea miembro, obrero, pastor u obispo, puede estar salva y blindada contra todas las embestidas satánicas.
Pues en el monte (altar) somos poderosos en guerra, saltamos murallas y desbaratamos ejércitos.
El diablo trabaja de día para impedir que usted suba al monte (altar), y el mismo trabajo se hace incansablemente para lanzar fuera del monte a quienes consiguieron llegar y establecer allí sus vidas. ¿Por qué?
Es simple. Eso se da porque, desde su creación, el diablo habitó en el monte santo de Dios y de allí fue expulsado. Él sabe lo que significa un SER HUMANO con la vida en sacrificio en el monte.
Por eso, obreros, pastores, obispos, esposas y todo el pueblo: el monte es el lugar que nuestro SEÑOR santificó para que habite allí “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios…”, (1 Pedro 2:9).
Lugar en el que ni todo el infierno junto podrá vencerlo.
¡Gracias a Dios!
Obispo Sergio Correa

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