miércoles, 13 de julio de 2011

EMPRESA O DIOS

Un día, cierto empleado de una empresa, creyente, fue llamado a la oficina del dueño de la empresa.
Sin medias tintas, el dueño fue directo al grano:
- Estamos reestructurando la empresa y necesitamos de una persona exactamente de su tipo para ocupar la posición de gerente del sector. Analizamos su ficha y vimos que sólo hay un problema con usted: su religión. El cargo no es compatible con su fe, de modo que tendrá que elegir entre el ascenso en el trabajo y su iglesia. Pero usted no necesita responderme ahora. Vaya a su casa, hoy es viernes, piense, y el lunes nos dirá qué fue lo que decidió.
Nuestro hermano fue a su casa envuelto en el manto de la duda. Por un lado, anhelaba el cargo - al final, era la gran oportunidad de su vida. ¿A cuánta gente, pensó, no le gustaría estar en su lugar? Por otro lado, ¿y su fe? ¿Y la iglesia? ¿Y Dios?
Los pensamientos se desencontraban en su cabeza. Su corazón se convirtió en un campo de batalla entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo real y lo ideal. Noches sin dormir; no podía concentrarse en un solo pensamiento. El peor fin de semana de su vida, el peor sábado, el peor domingo…
El lunes, allí estaba él en la empresa, ya ansioso por encontrarse con el dueño:
- ¿Y? - Quiso saber el dueño - ¿Cuál es su decisión?
- Creo que voy a aceptar la propuesta que me hizo.
El patrón ni levantó la cabeza:
- Entonces puede pasar inmediatamente por el Sector de Personal y pedir su liquidación. ¡Está despedido!
- Pero… patrón… ¡fue usted mismo quien me hizo la propuesta!
- Sí, y usted fue puesto a prueba, pero no pasó el examen. Si fue capaz de traicionar tan rápidamente a su Dios, ¿quién me asegura que no traicionará más rápido todavía a su empresa?
“…mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios”, (Lucas 12:9).
Esta historia refleja el carácter de quien nunca nació de Dios.
Saludos a la familia y a los compañeros de guerra.

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