lunes, 11 de julio de 2011

INDIGNACIÓN Y SACRIFICIO



La mayor manifestación de fe es el sacrificio, ya que este significa estar en la dependencia de Dios. El secreto de los grandes héroes de la fe del pasado estaba en el sacrificio. Hombres como  fueron  Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, José, Gedeón, etc. Quienes vivían indignados con la situación, usaron la fe y conquistaron lo imposible a través del sacrificio.

La Palabra de Dios dice: «Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: El Amén, el testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca ». Apocalipsis (3:14,15,16). No todos aquellos que dicen buscar a Dios, están dispuestos a tomar un paso de fe y sacrificar, ya que entre nosotros se encuentran los fríos, tibios y calientes. Como ejemplo de esto podemos describir cuando Dios mandó a Gedeón a convocar al pueblo, vinieron treinta y dos mil, pero los tímidos, cobardes y miedosos no prosiguieron, se devolvieron veintidós mil.   «El Señor dijo a Gedeón: Hay mucha gente contigo para que yo entregue a los madianitas en tus manos, pues Israel puede jactarse contra mí, diciendo: “Mi mano me ha salvado”. Ahora, pues, haz pregonar esto a oídos del pueblo: “Quien tema y se estremezca, que madrugue y regrese a su casa desde el monte de Galaad”. Regresaron de los del pueblo veintidós mil, y quedaron diez mil». (Jueces 7:1,2,3).

Quedaron solo diez mil y a estos Dios los probó, porque Él sabía que no todos eran valientes, ni tenían una fe viva.  «El Señor dijo de nuevo a Gedeón: Aún son demasiados; llévalos a beber agua y allí los pondré a prueba. Del que yo te diga: “Vaya este contigo”, irá contigo; pero de cualquiera que yo te diga: “Que este no vaya contigo”, el tal no irá. Entonces Gedeón llevó el pueblo a las aguas, y el Señor le dijo: “A cualquiera que lama las aguas con la lengua como lo hace el perro, lo pondrás aparte; y lo mismo harás con cualquiera que doble sus rodillas para beber”. El número de los que lamieron llevándose el agua a la boca con la mano fue de trescientos hombres; el resto del pueblo dobló sus rodillas para beber las aguas». (Jueces 7:4,5,6).

Solo trescientos hombres fueron los elegidos por Dios, los nueve mil setecientos hombres que se regresaron eran tibios. Lo que significa que eran hombres que tenían fe, pero estaban acomodados, en ellos no había realmente una indignación. «Entonces el Señor dijo a Gedeón: “Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré y entregaré a los madianitas en tus manos; váyase toda la demás gente cada uno a su lugar”. Habiendo tomado provisiones para el pueblo, y sus trompetas, envió a todos los israelitas cada uno a su tienda, y retuvo a aquellos trescientos hombres. El campamento de Madián le quedaba abajo, en el valle». (Jueces 7:7,8). Relacionándolo con el tiempo actual se puede decir que existen los tibios, los fríos y los calientes en aquellos que dicen buscar de Dios. En gran parte se encuentran los fríos, otra parte son tibios, los cuales creen en Dios, su vida ha mejorado, tienen fe, pero están conformes con la situación y no están indignados. La otra parte son los calientes y ellos son los que no están conformes con su situación de fracaso, viven indignados y están dispuestos a conquistar y marcar una diferencia en su vida.

Los trescientos hombres que Dios había escogido, eran hombres que no estaban conformes con la situación, que vivían indignados, ellos creían de verdad y vivían una fe verdadera, para ellos era todo o nada. Con tan solo trescientos hombres Dios derrotó a los madianitas y le dio la victoria a Gedeón. «Aconteció que aquella noche el Señor le dijo: “Levántate y desciende al campamento, porque yo lo he entregado en tus manos”». (Jueces 7:9).

Si usted se encuentra pasando por poblemas que ante sus ojos parecen difíciles de resolver y esto le ha llenado de indignación, así como un día lo estuvo Gedeón, entonces usted va a estar dispuesto a manifestar su fe, sin mirar para las circunstancias, los problemas o las adversidades. Esta indignación lo hace encuadrarse en el grupo de los calientes, de aquellos que están dispuestos a  sacrificar para Dios, que han asumido la fe de derramar su sangre en el altar  y esto con seguridad le va a llevar a ver su sueño hecho una realidad. Dios los bendiga.

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