martes, 28 de febrero de 2012

Fe desatada

Si la persona es indefinida en las cosas materiales, cuánto más en relación a las cosas espirituales.
Si la persona es indefinida en la elección de las cosas visibles, cuánto más en relación a las cosas invisibles. Por eso, la fe de esa gente no funciona.

Pero la persona definida es guiada por el Guía de Dios, el Espíritu Santo. Quien tiene Ese Guía jamás se pierde, se distrae o se desvía del camino determinado.

No hay quien pueda detener sus pasos. No se deja llevar por los consejos de los falsos amigos, porque sabe dónde quiere llegar.

Sus pensamientos están afirmados en los pensamientos de Dios.

Su fe está tan afirmada en las Promesas proferidas por la boca del Dios de Abraham que ni se preocupa en esperar por favores de terceros.

En ella no hay miedo, recelo o ansiedad.

Sabe que Su Guía no falla ni revoca Su Promesa.

Nadie tiene placer en ser indefinido o quedar encima del muro. La inseguridad del indefinido se da a causa de sus sentimientos. Y estos están latentes porque son excesivamente atentos a la voz del corazón.

Por naturaleza, es una persona apasionada por las artes. Música, teatro, cine, redes sociales y revistas de moda y chismes han sido el alimento que sustenta los caprichos del corazón.

Cuando participa de iglesias, evangélicas o no, disfruta de los cánticos devocionales de manera intensa. Llora, hace votos y juramentos de amor al Señor, y hasta sale aliviada de allí. Pero, allá afuera, ante sus problemas y dilemas, se queda sin salida.

¿Por qué?

Porque asocia la fe con los sentimientos, con las emociones.

Ahora, ¿qué soldado va a guerra con un instrumento musical? ¡Él va allá para matar o morir!

Y la mayor guerra es por la salvación del alma. Y eso depende de la fe viva, definida y eficaz.

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