martes, 4 de octubre de 2011

LAS 10 SEÑALES DE QUIEN ESTA PERDIENDO LA SALVASION

1. No tienen placer de hablar con Dios.
 Hay gente que se excusa de la falta de tiempo, el cansancio, y Dios sabe lo que necesita, por lo tanto deja  de expresar su dependencia de Él.
 2. No siente  placer en conocer la voluntad de Dios.
 Las personas que no leen la Biblia, automáticamente dejarán de escuchar la voz de Dios.  Por lo tanto no sabrán cual es la voluntad de Él en sus vidas, porque la Biblia es la fuente.  Es ahí donde se expresa la voluntad de Dios para nosotros.
3. Teme a la muerte.
 Teme el destino de su alma, porque no está seguro de la vida eterna.
4. Tiene  Miedo que el Señor Jesús regrese y no sea arrebatada.
 Teme la venida del Señor Jesús, porque él sabe que la forma de vida que viene llevando, no le da el derecho de ser arrebatado.
 5. Valoriza más las cosas materiales que las espirituales.
 Pierde de visión de la salvación; dando más valor y prioridad a las cosas materiales, dejando las espirituales (que son las principales), en segundo lugar.
 6. Se preocupa más en complacer a las personas que a Dios.
 Está más preocupado por lo que las personas piensan y esperan a su respecto, que en, lo que Dios piensa y espera de ella.
 7. No tiene temor.
 Por eso ella miente, tiene envidia,  juzga, desobedece, se rebela. Porque el temor no representa miedo, sino más bien, un profundo respeto.  Cuando la persona desobedece, en verdad ella intenta imponer ´´su´´ voluntad.
 8. No se concentra en la alabanza, la oración ó adoración.
 La persona se distrae fácilmente, por abrir los ojos, pensando en otras cosas y termina finalmente quedando vacía.  Ella a veces, "alaba", "ora", "adora", pero es como si no estuviese ahí. Sus pensamientos son otros...
 9. No tiene la alegría de la salvación.
 La persona que es salva resplandece alegría, es feliz, sea "cual sea" la situación que esté pasando, pues esa alegría es espontánea, ella se siente segura, con paz y no es acomodada.
10. La predica nunca no es para ella.
 Ella piensa que la predicación no es para ella, sino para los otros. Pero Cristo está siempre renovándonos y ensañarnos a tener una nueva mente, corazón y espíritu.

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