domingo, 21 de agosto de 2011

Absorba los pensamientos de Dios

Quiero llamar su atención por un asunto muy importante y, de una vez por todas, explicarle el motivo de tanto sufrimiento que sucede en su vida. Porque su problema, su dolor, sus aflicciones, la angustia y el tormento se deben exclusivamente a una fuente: su corazón.
¿Cuántas veces ha confesado durante el día: “ah, siento esto, aquello; siento que fulano me está mirando medio de reojo”? ¿Dónde siente eso? En el corazón, la fuente de sus sentimientos. Mire este texto sagrado, sin sentimientos, apenas usando su derecho a pensar. Porque cuando pensamos, existimos. Cuando pensamos, descubrimos cosas escondidas dentro nuestro, que son la fuerza y el poder. “Aconteció después de la muerte de Moisés siervo del Señor, que Él habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio. Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé”. (Josué 1:1-5).
Josué sabía que Moisés estaba muerto, entonces ¿qué era lo que Dios quería decirle? En aquel momento, Josué estaba parado, gimiendo, llorando la muerte de su amigo, pues ellos habían convivido durante décadas. Él estaba en esa situación de dolor. Tal vez usted también esté llorando por el dolor de ver que su marido está en los brazos de una amante, sus hijos perdidos en las drogas, sus padres separados, sufriendo agresiones físicas además de las verbales, quiere decir, está viviendo un infierno. Pero Dios tiene preparadas ocho mil promesas para su vida. ¿Cómo tomar posesión de ellas si no hay una actitud, una disposición? Porque querer es poder. Observe que cuando una persona quiere una determinada cosa, hace de todo hasta conseguir lo que tanto anhela, ¿no es cierto? Nuestro querer es soberano.
Dios es quien efectúa en nosotros tanto el querer como el realizar. Hay un querer dentro suyo, pero, para cumplirlo, es necesario que tome una actitud. No puede estar dependiendo de los sentimientos, de lo que está sintiendo. La verdad es una sola: mientras que usted escuche a su corazón, será imposible tomar posesión de las promesas de Dios. Cuando usted se entrega a los sentimientos desgraciados, ni el Señor puede ayudarlo. Sin embargo, cuando se hace fuerte y pone la cabeza a funcionar, dice: “no puedo aceptar esto”, y esa situación cambia.
Muchos están buscando al Espíritu Santo, y todavía no Lo recibieron porque están esperando sentir algo. El Espíritu Santo no es emoción. ¿Él depende de la emoción para venir sobre nosotros? No tenemos que sentir nada. Dios es Espíritu. Reflexione en eso: cuando la persona absorbe los pensamientos de Dios, está absorbiendo Su Espíritu.
Que Dios bendiga a todos.
Obispo Edir Macedo

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