domingo, 14 de agosto de 2011

La sal de Dios II

Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad.” Salmo 91:4
El versículo más corto de la Biblia “Jesús lloró”. ¿Y por qué Él lloró? Porque Su deseo era acoger en Sus brazos a todos los habitantes de Jerusalén. Y lo mismo que Él quería hacer con los habitantes de aquella ciudad, Él quiere hacer también con usted. Todavía existen muchas personas que, por  considerarse autosuficientes,  creen que no necesitan de esto, rechazándole a Él, tal como los judíos lo  hicieron. Sin embargo, ellos  también desconocen que este es el único y verdadero medio para estar seguros y ser felices, pues “bajo sus alas” ¡no hay temor,  peste, envidia o crisis que le pueda alcanzar!
Cuando usted recibe el Espíritu Santo, recibe un escudo, que actúa como una “adarga”, que cubre todo su ser,  protegiéndole desde la parte superior de su cabeza hasta la planta de sus pies.
No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día”  Salmo 91:5
En este contexto, la palabra “nocturno” se refiere a todo lo que es hecho en secreto para hacerle daño, como el robo, el fraude, la maldición lanzada o la brujería, porque las personas que engañan, que hacen el mal, lo hacen de manera oscura. Pero nada de esto usted temerá si tiene el Espíritu de Dios, porque sólo Él nos podrá proteger de todo lo que aterra a la humanidad y que es hecho ocultamente, o, a veces, incluso en plena luz del día (la saeta que vuela de día). De hecho, esta es una de las razones por la que estamos haciendo un ayuno de todo lo que es audiovisual, informaciones seculares, música, radio, televisión, Internet, estamos desintoxicándonos de todo lo que deja, tanto nuestros corazones como nuestra mente sobrecargados, afligido, nerviosos, irritados, pues todo eso es como una “saeta que vuela de día”, tratando de atingirle.
Algunos han oído cosas como, “con esta crisis no es momento para abrir negocios”… estas son las “saetas que vuelan de día,” que sin duda, no vienen de Dios y la única manera de protegerse de ellas es permaneciendo en Su Abrigo .
“… Ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya…” Salmo 91,6
La peste es algo tan contagioso que se vuelve casi imposible huir de ella, pero no logrará alcanzarle si usted tiene el Espíritu Santo, si  estuviere en el Abrigo de Dios.
¿Y qué pestilencia es esta que anda en la oscuridad? Es el mal, que es enviado por el propio diablo y alimentado por sus demonios. Y si bien no somos capaces de verlos, sin embargo, incluso en la oscuridad, ellos nos pueden ver, pero si estamos protegidos, mismo viéndonos, no podrán tocarnos.
Con la protección del Espíritu Santo, ni la mortandad que destruye al mediodía nos podrá alcanzar. De hecho, muchos trabajos de brujería son hechos al mediodía o a la medianoche, y sin el Espíritu de Dios, no podemos vencer, nuestra vida será desordenada y vacía, pero con Él, ¡ella será hermosa y plena!
Dios quiere que nuestra vida tenga sabor, pero este “condimento” debe provenir desde adentro hacia afuera.
Desee el  Espíritu Santo, anhélelo, y no para que tenga dinero o  fama, pero para que su vida tenga la sostenibilidad necesaria!

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