sábado, 6 de agosto de 2011

Sobre el Ayuno de Daniel

Muchos de nosotros queremos cambiar nuestra forma de pensar, actuar, hablar o comportarse, pero no siempre logramos este cambio tan esperado en nuestro interior: algo que nos hará otra persona, con nuevos pensamientos y actitudes. ¿Y cuál podría ser la razón?
Esta culpa no es siempre nuestra. Los medios de comunicación en general  influyen, y mucho, en el carácter del individuo. Son los llamados mitos, presentados todos los días, a través de novelas, películas, músicas, periódicos y programas de televisión en general, lo que hace con que nosotros, receptores, seamos manipulados o influenciados por actitudes y pensamientos impuestos diariamente. Sin embargo, esto no es lo que Dios quiere para nuestras vidas. Él quiere que pensemos por nosotros mismos y raciocinemos sobre las cosas que suceden en el mundo, y, principalmente, sobre nuestra propia vida.
Pero, ¿Cómo pensar así? ¿Cómo saber lo que Dios quiere para nuestras vidas? ¿Y cómo quedarnos más cerca de Él si estamos contaminados con tanta información innecesaria y que no acrecienta nada  para nuestro crecimiento?
Fue por esta razón que el Ayuno de Daniel nació. Para que tengamos la mente más libre, más abierta a las cosas espirituales y por lo tanto estar más cerca de los pensamientos y de la voluntad de Dios.
Cuando el profeta Daniel se sintió entristecido por la situación que vivía junto a su pueblo, decidió hacer un ayuno. Y se quedó durante 21 días sin ingerir manjares delicados, como la carne, el vino y todos los manjares del rey. (Lea Daniel 9:10) Esto significa que Daniel sacrificó a favor de la respuesta de Dios.
Del mismo modo, hoy en día, el mayor sacrificio no es el ayuno de alimentos: los manjares delicados de ahora, que no dejamos de consumir, son las informaciones, el entretenimiento, la música, la televisión, etc. Porque nuestra mente, acostumbrada a los placeres de este mundo, pasará por una limpieza, lo que le hará quedarse más pura y sincera.
Beneficios del ayuno
Al participar en la campaña, verá que toda la religiosidad, hasta entonces presente en su vida, desaparecerá, porque ya usted no pensará como este mundo, sino que estará apto para discernir lo que es bueno o malo para su vida natural y espiritual. En otras palabras, usted será la propia bendición. Y donde quiera que vaya, llevará esta virtud con usted.
El ayuno de Daniel es una gran oportunidad para aquellos que aún no han nacido de Dios y quieren tener un encuentro con Él, y para aquellas que anhelan un crecimiento espiritual aún mayor de lo que ya tienen. Es en el momento del bautismo con el Espíritu Santo que nos damos cuenta de cuan inmaduros éramos, y cuan dependientes de los demás estábamos cuando se trata de nuestra propia vida espiritual.
Sin embargo, desde el momento en que recibimos este Sello Divino, somos capaces de determinar la frustración de todo el plan diabólico sobre nuestra vida, y vamos a tener suficiente autoridad para ordenar que todos nuestros problemas desaparezcan

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