viernes, 19 de agosto de 2011

¿Cuántos dedos están apuntando hacia usted?

“Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. Y en la ley, Moisés nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres; ¿tú, pues, qué dices? Decían esto, probándole, para tener de qué acusarle. Pero Jesús se inclinó y con el dedo escribía en la tierra. Pero como insistían en preguntarle, Jesús se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra. E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Pero al oír ellos esto, se fueron retirando uno a uno comenzando por los de mayor edad, y dejaron solo a Jesús y a la mujer que estaba en medio”. (Juan 8.4-9)
Lo primero que tienes que entender es que siempre habrá personas que te quieran acusar. No es necesario que cometas adulterio para eso. El ser humano heredó ese hábito del propio diablo y algunas personas hasta tomaron gustillo a eso de juzgar, tanto que, a veces hasta eres juzgada por el simple hecho de estar guapa.
Lo segundo que debes entender es que esas personas generalmente consiguen atraer a una multitud para apoyarlas en ese juego de juzgar. Se buscan personas que les puedan ayudar a apuntarte con el dedo. Eso les da una sensación de poder, como si fueran superiores y mejores que tú.
Lo tercero es que ellas van a usar la religión para justificarse, de hecho, esas personas generalmente son religiosas, pues aquellas que no creen en Dios generalmente no juzgan tanto como aquellas que dicen creer. ¿Extraño, no?
Jesus no se juntó con ellos, ni siquiera hizo comentarios sobre lo que estaban diciendo. En vez de eso, Él comenzó a escribir en el suelo, como si estuviera diciendo: “ni me interesa”. Pero nadie lo entendió y se quedaron insistiendo para que Él dijera alguna cosa sobre lo ocurrido, a fin de cuentas, ellos Lo estaban juzgando, ellos Lo estaban probando también.
Entonces cuando Él vio que no iban a desistir, les hizo una pregunta. Las personas inteligentes hacen eso, ¿no es verdad? Ellas generalmente responden con otra pregunta, es un truco que funciona siempre. Nosotros no tenemos que responder a todas las preguntas que nos hacen.
Y poco a poco, todos comenzaron a sentir los dedos que estaban apuntados hacia la mujer, siendo ahora apuntados para ellos, y así que se fueron … no tenían nada más que decir.
Jesus entonces hizo otra pregunta, esta vez para la acusada: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? Nadie te condenó” Ella probablemente estaba llorando desesperadamente, tapándose la cara para no ver todas las piedras que la llevarían a la muerte, pero cuando Jesús le preguntó sobre sus acusadores, ella levantó el rostro y no vio a nadie.
Así Él está haciendo ahora mismo. ¿Dónde están todos los que te acusaban? Abre los ojos y mira– ellos no están en ningún lugar. Y Él continuó diciendo “Ni yo te condeno; vete, y ya no peques más.”
Tarea para pensar hoy:
A Dios no le importa lo que hiciste, quien fuiste, donde estuviste. Simplemente ve y ya no peques más.

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